lunes, 20 de febrero de 2012

MEZCLEMOS EL RIGOR Y EL ESFUERO CON UNAS GOTAS DE ILUSION

El 15 de diciembre de 1969 las principales ciudades como Nueva York, Toronto, Roma, Atenas, Berlín, Paris, Londres o Tokio amanecieron con enormes carteles publicitarios: "War is over! (If you want it)". Era una campaña publicitaria impulsada por el ya entonces exbeatle, John Lenon, que buscaba transmitir ilusión apelando al tema que globalmente mayores preocupaciones acaparaba: la guerra. Hoy, con las herramientas de marketing mucho más desarrolladas y con cierta inmunización hacia la publicidad viral, se nos antoja naif llenar las ciudades de carteles anunciando "Crisis is over! (If you want it)", aunque más de uno pensará que se trata de la campaña de unos grandes almacenes.
Pero, aún con la posibilidad de que más de uno me llame inocente, dejad que apele a la necesidad de sumar un poco de ilusión a todos los proyectos que llevemos a cabo. Sugiero, por ejemplo, que a las conocidas I+D+i sumemos otra “i”, la ilusión; y que desarrollemos cada uno de los contactos que podemos establecer con el entusiasmo del emprendedor.
Igualmente, ahora también es el momento de lanzarnos con ilusión a procesos de internacionalización o de aplicación de cambios en la organización que nos permitan ser más productivos o más creativos. El talento requiere de capacidad y voluntad de trabajo pero también de grandes dosis de ilusión y optimismo; estos valores, a su vez, implican aspectos positivos como perseverancia, tenacidad, constancia. Todos ellos son atributos fundamentales a añadir a cualquier buen proyecto.
La apatía, el desestimiento, la pérdida de fuerza de voluntad o de creencia en la fuerza del conjunto de la nación son el primer paso hacia el fracaso. Grandes gestas colectivas como la conquista del Oeste americano o la construcción, desde la nada, del estado de Israel hubieran sido imposibles sin ilusión colectiva. Grandes empresas como GE o Ford no hubieran llegado a referencias mundiales sin ilusión y los atributos que lleva implícitos esa ilusión.
Así que hoy con las noticias de las páginas precedentes y posteriores a este artículo las funestas predicciones de nuestros particulares Nostradamus de la crisis (FMI, BCE, FUNCAS o las agencias de rating), propongo que cada uno considere para sí cuánta ilusión puede poner para hacer frente a otro día a día en el que se subrayen titulares sobre nuevas patentes, nuevos productos, nuevas empresas que nacen, nuevas iniciativas de innovación en la gestión empresarial.
Introducir esta visión positiva ante la realidad actual que nos llega amplificada de todos lados es importante igual como aplicarse este enfoque en uno mismo. Invito a todos a celebrar los pequeños éxitos de cada día, una venta, un nuevo cliente, una crítica positiva, una invitación a realizar una presentación, una propuesta de asociarse con alguien. El optimismo tiene que ser un virus positivo, contagioso, hemos de creer en nosotros y así empezar el camino de la recuperación.
Casi siempre se ha criticado a los visionarios, a los iluminados, a los soñadores, pero desdichadamente vivimos tiempos en los que es imprescindible mezclar, con las dosis adecuadas, el rigor y el esfuerzo con la ilusión y unas gotas de espíritu visionario.


Publicado en El Economista - 20/02/12

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