Desde
antes del inicio de la crisis, expertos, docentes, políticos… todos coincidían
en la necesidad de que los jóvenes debían tener experiencias profesionales fuera
de nuestras fronteras. Ésta ha sido una preocupación importante para la Unión Europea,
la cual ha invertido mucho dinero en programas de becas (Leonardo, Faro, Argo, ICEX...) con el
objetivo de fomentar este tipo de intercambios laborales.
Lamentablemente, los jóvenes
españoles no habían tenido este tipo de inquietudes hasta hace poco y por eso
se insistía tanto en la necesidad de que viajaran y pudiesen volver con una visión
más amplia de cara a un futuro profesional.
En la actualidad, las
experiencias laborales en el exterior están aumentando de una forma forzosa
como consecuencia de la crisis económica y la falta de ofertas laborales en
nuestro país. Sorprendentemente, lo que antes era una necesidad imperiosa,
ahora es percibido por todos como una maldición y el hecho de que nuestros
jóvenes viajen para crecer profesionalmente nos parece perjudicial por el
riesgo a que no regresen.
Bajo mi punto de vista, el que
la gente salga a trabajar fuera conlleva muchos aspectos positivos, ya que la probabilidad
de que vuelva más formada, con más experiencia y más capacidad es muy elevada,
fundamentalmente por tres razones:
La figura de la familia y el
vínculo materno están mucho más desarrollados en nuestra cultura que en el
resto del mundo occidental y eso hará que muchos jóvenes intenten volver para
formar una familia en su país de origen y cerca de los suyos.
La calidad de vida que se
tiene en nuestro país, donde se vive mejor que en cualquier otro sitio,
(recordemos que Barcelona, año tras año, es la ciudad preferida para trabajar y
vivir por los directivos europeos) también podrá ser un motivo para volver.
La cultura de propiedad de
inmueble, tan arraigada en nuestro territorio y poco común en muchos otros
lugares del mundo, hará que algunos jóvenes regresen al tener aquí una
propiedad, ya sea de compra o heredada.
Soy consciente que la mayor
inversión que hace el Estado en cada individuo es en educación, y no es bueno
que el talento se nos vaya (lo que muchos llaman “fuga de cerebros”), sin
embargo pienso que en un futuro no muy lejano gran parte de ese talento volverá
con mejor preparación y mejores ideas para hacer, de este, un país más
competitivo y próspero.
Cristian Rovira
Vicepresidente Grupo SIFU
Publicado en Expansión - 13/06/13
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