Históricamente existía la figura jurídica del resignatio in favore, consistía en que un funcionario al jubilarse o fallecer cedía su cargo a un hijo o familiar. Las cosas, afortunadamente, han cambiado mucho, pero no del todo. La administración se ha modernizado, las nuevas tecnologías permiten realizar infinidad de gestiones sin sufrir el consabido “vuelva Vd. mañana”, pero sigue habiendo en la administración una actitud por parte de algunos y un ambiente que hace que tengas la sensación de que las tornas se han invertido, o sea, el funcionario no está al servicio del ciudadano sino que los ciudadanos vamos a la administración atemorizados y con sensación de ser maltratados.
También en la empresa privada hay ciertas actitudes que de forma despectiva son tachadas por todos como “tener actitud de funcionario”, para ser sinceros es una situación que afecta en especial a grandes corporaciones y al mundo financiero pero que podemos encontrar en cualquier empresa.
Comportarse como un funcionario es asimilado a ser un escaqueado, a alguien que se limita a cumplir su horario sin ningún tipo de aportación creativa a su empresa. Es quizás un calificativo injusto hacia infinidad de personas que, vocacionalmente, realizan una gran labor en el ámbito de la administración pero no deja de reflejar la sensación que muchos tenemos que el personal de las administraciones públicas en gran medida tiene una actitud y una ventajas laborales a nivel de horario y prestaciones sociales muy superiores a las de las personas que trabajan en el mundo privado.
Comportarse como un funcionario no afecta solo a la administración pública, afecta –y además percibo- que de forma creciente a la empresa privad. La palabra funcionario ha dejado de ser un nombre para pasar a ser un adjetivo calificativo de cierta actitud en el trabajo. Personas que se aíslan, que no se adaptan a los nuevos retos de un mercado cambiante, que viven de la generación de rumores, dimes y diretes son el cáncer de una empresa. Su actitud, supone un agravio para los trabajadores comprometidos y acaba implicando un deterioro del clima laboral. “Si Pepe no hace nada, para que voy a esforzarme yo?” se acaban planteando los compañeros de los trabajadores funcionarizados.
No hay duda, en tiempos de crisis, como los actuales, se ha reducido de forma drástica el absentismo laboral. Ahora llega el momento de conseguir un cambio de actitudes, poner en evidencia a aquellos que dentro de las empresas se comportan como funcionarios. Hay que concienciarlos, en coyunturas complejas como la que nos ha tocado vivir, solo el trabajo conjunto nos permitirá salir adelante y conservar nuestro empleo.
Por su parte la administración tiene que ser más exigente consigo misma. En California ante la falta de recursos, el gobierno del estado ha cerrado un montón de servicios públicos, y despedido al personal. Más cerca Alemania ha despedido por primera vez a 40.000 funcionarios. Los que se comportan como funcionarios en la empresa privada o cambian o perderán su empleo, esta en juego la supervivencia de otros empleos. En la administración pública, a su vez, deben cambiar por muchas razones, principalmente porque administran dinero ajeno.
El día que un mal trabajador de una empresa privada deje de ser tildado de funcionario se habrá producido la verdadera modernización de la administración pública de la que tanto se llenan la boca nuestros políticos.
También en la empresa privada hay ciertas actitudes que de forma despectiva son tachadas por todos como “tener actitud de funcionario”, para ser sinceros es una situación que afecta en especial a grandes corporaciones y al mundo financiero pero que podemos encontrar en cualquier empresa.
Comportarse como un funcionario es asimilado a ser un escaqueado, a alguien que se limita a cumplir su horario sin ningún tipo de aportación creativa a su empresa. Es quizás un calificativo injusto hacia infinidad de personas que, vocacionalmente, realizan una gran labor en el ámbito de la administración pero no deja de reflejar la sensación que muchos tenemos que el personal de las administraciones públicas en gran medida tiene una actitud y una ventajas laborales a nivel de horario y prestaciones sociales muy superiores a las de las personas que trabajan en el mundo privado.
Comportarse como un funcionario no afecta solo a la administración pública, afecta –y además percibo- que de forma creciente a la empresa privad. La palabra funcionario ha dejado de ser un nombre para pasar a ser un adjetivo calificativo de cierta actitud en el trabajo. Personas que se aíslan, que no se adaptan a los nuevos retos de un mercado cambiante, que viven de la generación de rumores, dimes y diretes son el cáncer de una empresa. Su actitud, supone un agravio para los trabajadores comprometidos y acaba implicando un deterioro del clima laboral. “Si Pepe no hace nada, para que voy a esforzarme yo?” se acaban planteando los compañeros de los trabajadores funcionarizados.
No hay duda, en tiempos de crisis, como los actuales, se ha reducido de forma drástica el absentismo laboral. Ahora llega el momento de conseguir un cambio de actitudes, poner en evidencia a aquellos que dentro de las empresas se comportan como funcionarios. Hay que concienciarlos, en coyunturas complejas como la que nos ha tocado vivir, solo el trabajo conjunto nos permitirá salir adelante y conservar nuestro empleo.
Por su parte la administración tiene que ser más exigente consigo misma. En California ante la falta de recursos, el gobierno del estado ha cerrado un montón de servicios públicos, y despedido al personal. Más cerca Alemania ha despedido por primera vez a 40.000 funcionarios. Los que se comportan como funcionarios en la empresa privada o cambian o perderán su empleo, esta en juego la supervivencia de otros empleos. En la administración pública, a su vez, deben cambiar por muchas razones, principalmente porque administran dinero ajeno.
El día que un mal trabajador de una empresa privada deje de ser tildado de funcionario se habrá producido la verdadera modernización de la administración pública de la que tanto se llenan la boca nuestros políticos.
PUBLICADO EXPANSION 22/10/10
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