El 99% de las empresas son el resultado de la iniciativa de una persona, que se convierte en autónomo y se pone a trabajar en una idea o proyecto; de hecho la inmensa mayoría de las empresas oscilan entre la unipersonalidad y los cinco trabajadores. Ser empresario o trabajador individual no depende del tamaño de la empresa, del número de trabajadores o de la facturación, sino de la mentalidad del autónomo. Uno puede, en definitiva, ser autónomo con vocación de emprendedor o ser autónomo con vocación de trabajador, ambas posiciones son respetables pero la evolución de unos y otros será diametralmente distinta.
Para el autónomo con vocación de empresario, si el proyecto supera la infinidad de trabas iniciales y consigue hacerse un pequeño hueco en el mercado, es entonces cuando le surgirá la segunda gran decisión tras la de constituirse como autónomo: ¿Contrato a alguien más? Esta decisión, es una de las más importantes a tomar en la vida de un empresario. Si se opta por contratar, significa que se tiene poca aversión al riesgo, no sabe donde puede llegar, incluso puede convertirse en una multinacional. Arriesgar, con consciencia, eligiendo bien a los compañeros de viaje, siempre es una decisión acertada incluso si se cometen errores. Si por el contrario no se contrata, por temor, por trabas fiscales y/o administrativas (enfrentarse hoy en día a un gestor es de las cosas más complicadas que hay) o por un exceso de conservadurismo en la toma de decisiones, se pierde una gran oportunidad y se acabará poniendo en peligro la viabilidad del proyecto.
Es por ello, que al conjunto de la sociedad, nos interesa favorecer que los autónomos den un primer paso y se lancen a contratar a su primer empleado, ¿cómo? con ventajas fiscales, con bonificaciones en las cuotas de la seguridad social, con menos trabas para la desvinculación, por si la experiencia no funciona. A corto plazo quizás suponga menos ingresos para la hacienda pública pero a medio plazo es el tejido empresarial el que sostiene a las naciones y con ellas a sus estructuras gubernamentales y redes de protección social.
Esto lo han visto claro en Alemania, con un estatuto especial para el microempresario y en el Reino Unido donde se están tomando medidas para reconducir personal de la administración hacia el mercado laboral privado. En Catalunya, hasta ahora, no hemos tenido la misma visión, cuando hicimos el nuevo estatuto del autónomo se quedó corto ¿Cuánto tardaremos en darnos cuenta de los beneficios que tienen este tipo de medidas?
El autónomo es un buscavidas, la antítesis de una clase pasiva. Es una figura sugerente que debemos relacionar con valores como el trabajo, el riesgo, el sacrificio, el esfuerzo. Es una persona que huye de la autolamentación y que ofrece una alta productividad. Al igual que hay días de reconocimiento, homenaje y recuerdo, todos ellos muy justos para muchas figuras profesiones y personales, es preciso poner al autónomo como ejemplo del conjunto de la sociedad. Quizás instaurar un Día del Autónomo, que no sea festivo, sino por ejemplo libre de impuestos, o libre de leyes reguladoras, sería también una forma de homenaje y reconocimiento.
Para el autónomo con vocación de empresario, si el proyecto supera la infinidad de trabas iniciales y consigue hacerse un pequeño hueco en el mercado, es entonces cuando le surgirá la segunda gran decisión tras la de constituirse como autónomo: ¿Contrato a alguien más? Esta decisión, es una de las más importantes a tomar en la vida de un empresario. Si se opta por contratar, significa que se tiene poca aversión al riesgo, no sabe donde puede llegar, incluso puede convertirse en una multinacional. Arriesgar, con consciencia, eligiendo bien a los compañeros de viaje, siempre es una decisión acertada incluso si se cometen errores. Si por el contrario no se contrata, por temor, por trabas fiscales y/o administrativas (enfrentarse hoy en día a un gestor es de las cosas más complicadas que hay) o por un exceso de conservadurismo en la toma de decisiones, se pierde una gran oportunidad y se acabará poniendo en peligro la viabilidad del proyecto.
Es por ello, que al conjunto de la sociedad, nos interesa favorecer que los autónomos den un primer paso y se lancen a contratar a su primer empleado, ¿cómo? con ventajas fiscales, con bonificaciones en las cuotas de la seguridad social, con menos trabas para la desvinculación, por si la experiencia no funciona. A corto plazo quizás suponga menos ingresos para la hacienda pública pero a medio plazo es el tejido empresarial el que sostiene a las naciones y con ellas a sus estructuras gubernamentales y redes de protección social.
Esto lo han visto claro en Alemania, con un estatuto especial para el microempresario y en el Reino Unido donde se están tomando medidas para reconducir personal de la administración hacia el mercado laboral privado. En Catalunya, hasta ahora, no hemos tenido la misma visión, cuando hicimos el nuevo estatuto del autónomo se quedó corto ¿Cuánto tardaremos en darnos cuenta de los beneficios que tienen este tipo de medidas?
El autónomo es un buscavidas, la antítesis de una clase pasiva. Es una figura sugerente que debemos relacionar con valores como el trabajo, el riesgo, el sacrificio, el esfuerzo. Es una persona que huye de la autolamentación y que ofrece una alta productividad. Al igual que hay días de reconocimiento, homenaje y recuerdo, todos ellos muy justos para muchas figuras profesiones y personales, es preciso poner al autónomo como ejemplo del conjunto de la sociedad. Quizás instaurar un Día del Autónomo, que no sea festivo, sino por ejemplo libre de impuestos, o libre de leyes reguladoras, sería también una forma de homenaje y reconocimiento.
PUBLICADO EXPANSION 22/11/10
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