viernes, 3 de junio de 2011

BURBUJA EN 140 CARACTERES

Los últimos meses han significado una eclosión del poder real de las redes sociales y ahora, ya nadie pone en duda, la capacidad de estas plataformas para influir en las personas, sus acciones y sus creencias. A la par de esta escalada, se ha manifestado otra realidad, no tan perceptible en los temas de apertura de los telediarios, pero que también debería preocuparnos sobremanera: el valor de las compañías de la web 2.0 se está multiplicando a un ritmo nada razonable. Entre enero y marzo, Facebook se revalorizó un 30%; a principios de este mes, el buscador ruso Yandex se estrenó en Wall Street con un repunte del 55% y, hace sólo unas semanas, Linkedin se revalorizó un 109% el día de su estrena en el parqué. Ahora es inminente el lanzamiento de algunas de las marcas mayúsculas del sector —Facebook, Twitter o Zynga— y, dentro de ciertos márgenes de imprevisibilidad e incertidumbre, uno intuye que su revalorización está garantizada.
Ante este panorama, más de uno atisba como, más allá del túnel de hormigón, azulejos y alicatados que se ha quedado a medias y que amenaza derrumbe, se abre un futuro esperanzador enmarcado en cajas de texto de 140 caracteres. Así que son muchos los que, en los últimos meses, se han inclinado con fervor sobre el botón de “Me gusta” o en el Retweet y podrían estar contribuyendo a la creación de una nueva burbuja sectorial en el mercado de valores.
Me sorprende a más no poder, primero descubrir estos indicios; luego, ver que aquí y allá, unos y otros, lanzan señales de alerta, y, finalmente, comprobar cómo, impasibles, están contribuyendo a un auge casi desmedido en el mercado del 2.0.
Todos estos prolegómenos me recuerdan el caldo de cultivo de la crisis de las puntocom que estalló en 2001 —y, sin embargo, que parece tan lejana— y, también, de la terrible crisis nacional particular a la que estamos haciendo frente actualmente, fruto del estallido de la burbuja especulativa del mercado inmobiliario español.
Precisamente, el hecho de detectar estos indicios en el contexto económico actual me desconcierta: el fenómeno 2.0 se ha desencadenado cuando, a diario, palpamos los excesos cometidos durante los años de gestación de la burbuja inmobiliaria. Por ello, aunque el auge 2.0 parece focalizado en Wall Street, en un mundo global, parece que todos somos responsables de la creación de una nueva hipotética burbuja especulativa. Sin duda, sería un duro golpe para todos.
Mientras, con cada tweet, con cada ‘alta’ o con cada “Me gusta”, aumenta el eco social de estos medios que ahora, además, han sacado a la calle a miles de personas en toda España, muchos de ellos movidos por la crítica contra los excesos inmobiliarios. Y así como aumenta el descontento, aumenta el potencial de las empresas 2.0.










PUBLICADO EN EXPANSION 03/06/11

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