Las noticias sobre la recesión económica que atraviesa el país se han convertido en un sombrío acompañante de nuestros días. En este panorama, las encuestas y estudios que aparecen a menudo en los medios ponen de manifiesto un hecho preocupante. Un elevado porcentaje de nuestra juventud prefiere entrar a formar parte del funcionariado, antes que crear una empresa o bien trabajar por cuenta ajena. Una radiografía reveladora: seguridad frente a emprendiduría; estabilidad frente a innovación. Y a la vista de los datos, parecen muy claras las opciones preferentes.
En este fenómeno es buena parte de la sociedad la que fomenta esta mentalidad funcionarial, que busca un mejor horario, menor jornada laboral, seguridad en el trabajo, mayores beneficios sociales… beneficios que son sustentados por el resto de trabajadores. Y además este cuerpo funcionarial no se rige por los criterios del sector privado. Deberíamos tener los funcionarios más formados, más motivados y más eficientes, que fuesen los mejor preparados quienes accedieran a los puestos de la Administración; pero la realidad es que constituye el colectivo menos valorado en cuanto a eficacia y motivación. ¿No deberíamos pues incentivar que los trabajadores tiren adelante el país creando puestos de trabajo, en lugar de incentivar un funcionariado improductivo e ineficaz?
Lamentablemente, esta actitud se ha visto espoleada por la crisis económica, con la incertidumbre como acicate de la búsqueda de seguridad. Pero debemos reflexionar sobre otra crisis que resulta todavía más grave: la crisis de valores. Competitividad, eficiencia, responsabilidad, espíritu de superación… parecen antiguallas propias de otra época, y esto es lo que resulta realmente preocupante.
La búsqueda de la innovación, el esfuerzo y el compromiso deben ser valores a reivindicar para asentar la recuperación y el futuro, y sobre las que hay que enfocar todos los incentivos. Debemos reclamar una redefinición de los valores que guíen el mercado laboral y la economía en los años venideros, convertirnos en autores de un nuevo guión.
Recientemente, me sorprendió el slogan que los jugadores del F.C. Barcelona lucían en sus camisetas durante la celebración del título de Liga: “el valor de tener valores”. Una frase que concentra la esencia del éxito del trabajo en equipo, de un grupo que ha superado todas las metas con esfuerzo, compañerismo, capacidad de superación y el talento de unos jugadores excepcionales. Ejemplos como este deben ser los que nos inspiren en nuestro trabajo.
Me despido citando unas bellas palabras de Albert Einstein: “la creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura, y que es en la crisis que nacen la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias”. Espero que, de esta difícil coyuntura que estamos atravesando, surjan la ilusión y la creatividad que nos permitan mirar al futuro con esperanza, en el que todos y cada uno de nosotros compartamos una idea poderosa que nos haga esforzarnos en ser un poco mejores cada día: el valor de tener valores.
PUBLICADO EN EL ECONOMISTA - EDICION DIGITAL - 06/06/11
En este fenómeno es buena parte de la sociedad la que fomenta esta mentalidad funcionarial, que busca un mejor horario, menor jornada laboral, seguridad en el trabajo, mayores beneficios sociales… beneficios que son sustentados por el resto de trabajadores. Y además este cuerpo funcionarial no se rige por los criterios del sector privado. Deberíamos tener los funcionarios más formados, más motivados y más eficientes, que fuesen los mejor preparados quienes accedieran a los puestos de la Administración; pero la realidad es que constituye el colectivo menos valorado en cuanto a eficacia y motivación. ¿No deberíamos pues incentivar que los trabajadores tiren adelante el país creando puestos de trabajo, en lugar de incentivar un funcionariado improductivo e ineficaz?
Lamentablemente, esta actitud se ha visto espoleada por la crisis económica, con la incertidumbre como acicate de la búsqueda de seguridad. Pero debemos reflexionar sobre otra crisis que resulta todavía más grave: la crisis de valores. Competitividad, eficiencia, responsabilidad, espíritu de superación… parecen antiguallas propias de otra época, y esto es lo que resulta realmente preocupante.
La búsqueda de la innovación, el esfuerzo y el compromiso deben ser valores a reivindicar para asentar la recuperación y el futuro, y sobre las que hay que enfocar todos los incentivos. Debemos reclamar una redefinición de los valores que guíen el mercado laboral y la economía en los años venideros, convertirnos en autores de un nuevo guión.
Recientemente, me sorprendió el slogan que los jugadores del F.C. Barcelona lucían en sus camisetas durante la celebración del título de Liga: “el valor de tener valores”. Una frase que concentra la esencia del éxito del trabajo en equipo, de un grupo que ha superado todas las metas con esfuerzo, compañerismo, capacidad de superación y el talento de unos jugadores excepcionales. Ejemplos como este deben ser los que nos inspiren en nuestro trabajo.
Me despido citando unas bellas palabras de Albert Einstein: “la creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura, y que es en la crisis que nacen la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias”. Espero que, de esta difícil coyuntura que estamos atravesando, surjan la ilusión y la creatividad que nos permitan mirar al futuro con esperanza, en el que todos y cada uno de nosotros compartamos una idea poderosa que nos haga esforzarnos en ser un poco mejores cada día: el valor de tener valores.
PUBLICADO EN EL ECONOMISTA - EDICION DIGITAL - 06/06/11
Ver : http://www.eleconomista.es/catalunya/noticias/3133499/06/11/El-valor-de-tener-valores.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario