lunes, 14 de abril de 2008

PASAS A LA SIGUIENTE FASE

Lo hemos visto repetidamente en los últimos días: un joven o una joven se enfrenta a un jurado. Sobre su espalda una pesada mochila: la de la ilusión, la de la esperanza, o desesperanza, que da creer que cantar es lo mejor que sabes hacer en la vida, eso es lo que te han dicho desde la cuna. De repente, se desata la euforia cuando uno de los tres jueces dice la frase mágica “pasas a la siguiente fase”. Y el joven o la joven llora; y lloran los padres que todavía tienen más ilusión. Nadie les ha dicho que en el 99% de los casos serán olvidados en 15 días.

Pese a que la situación descrita corresponde al más famoso de los programas televisivos en busca de nuevas estrellas musicales, la realidad que esconde va más allá de este caso puntual. Es un reflejo de cómo muchos jóvenes y adolescentes actuales han aprendido a forjarse un futuro: mediante la ley del máximo beneficio, mínimo esfuerzo. Todos quieren conseguir el éxito de la forma más rápida e inmediata (¡Qué gran disgusto se llevan quienes reciben un no por respuesta!), nadie les ha enseñado que para recolectar el fruto no basta con sembrar, hay que regar, abonar la tierra, proteger los primeros brotes del sol o del calor, tener paciencia, ser tenaz y trabajar duro (¡Qué mal nos suena hoy esa palabra!) para, al fin, conseguir el éxito, y algo más difícil: mantenerlo.

¿Qué ha pasado para llegar a este punto? Una de las piezas claves para entender este cambio social es la aparición de unos modelos de conducta que han fomentado el éxito fácil entre los más jóvenes. Con el agravante que se han introducido tan sutilmente en el día a día que han conseguido superar una de las barreras formativas más importantes con las que cuentan los jóvenes: sus padres, hasta el punto que son los propios progenitores los que animan y apoyan a sus hijos para que busquen la fama (que la sociedad ha asimilado erróneamente a éxito) de la manera más rápida posible.

Pero seamos optimistas, la situación todavía no es dramática. Aunque nos encontramos en el buen camino para perder algo más que el buen futuro de un puñado de jóvenes. Tenemos la opción de cambiar las reglas del juego y para hacerlo sólo tenemos que repetir lo mismo que nos ha llevado hasta esta situación: crear modelos. Nos toca construir los nuevos iconos para el siglo XXI que enseñen a los jóvenes que el esfuerzo diario y la superación constante son las mejores garantías para el éxito. Ha llegado el momento, esta vez sí, de “pasar a la siguiente fase”.

PUBLICADO EXPANSION 14/04/08