lunes, 6 de junio de 2011

EL VALOR DE TENER VALORES

Las noticias sobre la recesión económica que atraviesa el país se han convertido en un sombrío acompañante de nuestros días. En este panorama, las encuestas y estudios que aparecen a menudo en los medios ponen de manifiesto un hecho preocupante. Un elevado porcentaje de nuestra juventud prefiere entrar a formar parte del funcionariado, antes que crear una empresa o bien trabajar por cuenta ajena. Una radiografía reveladora: seguridad frente a emprendiduría; estabilidad frente a innovación. Y a la vista de los datos, parecen muy claras las opciones preferentes.

En este fenómeno es buena parte de la sociedad la que fomenta esta mentalidad funcionarial, que busca un mejor horario, menor jornada laboral, seguridad en el trabajo, mayores beneficios sociales… beneficios que son sustentados por el resto de trabajadores. Y además este cuerpo funcionarial no se rige por los criterios del sector privado. Deberíamos tener los funcionarios más formados, más motivados y más eficientes, que fuesen los mejor preparados quienes accedieran a los puestos de la Administración; pero la realidad es que constituye el colectivo menos valorado en cuanto a eficacia y motivación. ¿No deberíamos pues incentivar que los trabajadores tiren adelante el país creando puestos de trabajo, en lugar de incentivar un funcionariado improductivo e ineficaz?

Lamentablemente, esta actitud se ha visto espoleada por la crisis económica, con la incertidumbre como acicate de la búsqueda de seguridad. Pero debemos reflexionar sobre otra crisis que resulta todavía más grave: la crisis de valores. Competitividad, eficiencia, responsabilidad, espíritu de superación… parecen antiguallas propias de otra época, y esto es lo que resulta realmente preocupante.

La búsqueda de la innovación, el esfuerzo y el compromiso deben ser valores a reivindicar para asentar la recuperación y el futuro, y sobre las que hay que enfocar todos los incentivos. Debemos reclamar una redefinición de los valores que guíen el mercado laboral y la economía en los años venideros, convertirnos en autores de un nuevo guión.

Recientemente, me sorprendió el slogan que los jugadores del F.C. Barcelona lucían en sus camisetas durante la celebración del título de Liga: “el valor de tener valores”. Una frase que concentra la esencia del éxito del trabajo en equipo, de un grupo que ha superado todas las metas con esfuerzo, compañerismo, capacidad de superación y el talento de unos jugadores excepcionales. Ejemplos como este deben ser los que nos inspiren en nuestro trabajo.

Me despido citando unas bellas palabras de Albert Einstein: “la creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura, y que es en la crisis que nacen la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias”. Espero que, de esta difícil coyuntura que estamos atravesando, surjan la ilusión y la creatividad que nos permitan mirar al futuro con esperanza, en el que todos y cada uno de nosotros compartamos una idea poderosa que nos haga esforzarnos en ser un poco mejores cada día: el valor de tener valores.

PUBLICADO EN EL ECONOMISTA - EDICION DIGITAL - 06/06/11


Ver : http://www.eleconomista.es/catalunya/noticias/3133499/06/11/El-valor-de-tener-valores.html

viernes, 3 de junio de 2011

BURBUJA EN 140 CARACTERES

Los últimos meses han significado una eclosión del poder real de las redes sociales y ahora, ya nadie pone en duda, la capacidad de estas plataformas para influir en las personas, sus acciones y sus creencias. A la par de esta escalada, se ha manifestado otra realidad, no tan perceptible en los temas de apertura de los telediarios, pero que también debería preocuparnos sobremanera: el valor de las compañías de la web 2.0 se está multiplicando a un ritmo nada razonable. Entre enero y marzo, Facebook se revalorizó un 30%; a principios de este mes, el buscador ruso Yandex se estrenó en Wall Street con un repunte del 55% y, hace sólo unas semanas, Linkedin se revalorizó un 109% el día de su estrena en el parqué. Ahora es inminente el lanzamiento de algunas de las marcas mayúsculas del sector —Facebook, Twitter o Zynga— y, dentro de ciertos márgenes de imprevisibilidad e incertidumbre, uno intuye que su revalorización está garantizada.
Ante este panorama, más de uno atisba como, más allá del túnel de hormigón, azulejos y alicatados que se ha quedado a medias y que amenaza derrumbe, se abre un futuro esperanzador enmarcado en cajas de texto de 140 caracteres. Así que son muchos los que, en los últimos meses, se han inclinado con fervor sobre el botón de “Me gusta” o en el Retweet y podrían estar contribuyendo a la creación de una nueva burbuja sectorial en el mercado de valores.
Me sorprende a más no poder, primero descubrir estos indicios; luego, ver que aquí y allá, unos y otros, lanzan señales de alerta, y, finalmente, comprobar cómo, impasibles, están contribuyendo a un auge casi desmedido en el mercado del 2.0.
Todos estos prolegómenos me recuerdan el caldo de cultivo de la crisis de las puntocom que estalló en 2001 —y, sin embargo, que parece tan lejana— y, también, de la terrible crisis nacional particular a la que estamos haciendo frente actualmente, fruto del estallido de la burbuja especulativa del mercado inmobiliario español.
Precisamente, el hecho de detectar estos indicios en el contexto económico actual me desconcierta: el fenómeno 2.0 se ha desencadenado cuando, a diario, palpamos los excesos cometidos durante los años de gestación de la burbuja inmobiliaria. Por ello, aunque el auge 2.0 parece focalizado en Wall Street, en un mundo global, parece que todos somos responsables de la creación de una nueva hipotética burbuja especulativa. Sin duda, sería un duro golpe para todos.
Mientras, con cada tweet, con cada ‘alta’ o con cada “Me gusta”, aumenta el eco social de estos medios que ahora, además, han sacado a la calle a miles de personas en toda España, muchos de ellos movidos por la crítica contra los excesos inmobiliarios. Y así como aumenta el descontento, aumenta el potencial de las empresas 2.0.










PUBLICADO EN EXPANSION 03/06/11