lunes, 19 de mayo de 2008

POLÍTICO, SIENTATE Y ESCUCHA

Jornada, una cualquiera de esas en las que se reúne la flor y nata de un sector económico, médico, educativo… no importa cual. Aparece el político, es la estrella, el centro de atención de la primera hora de la jornada. Llega un cuarto de hora antes del inicio, saluda protocolariamente a los organizadores, dirige unas palabras a los asistentes y cinco minutos después ya vuelve a estar en su coche oficial.

De tan acostumbrados que estamos a ver escenas como la descrita ha empezado a pasarnos por alto el detalle más llamativo: el político siempre habla, pero raras veces participa como un asistente más. Resulta curioso que los políticos no se sienten a escuchar lo que los grandes expertos de un sector tienen que decir, y por el contrario sí lo hagan el resto de asistentes ¿Es que el político no tiene nada que aprender? ¿Es que tiene cosas más importantes que hacer que dedicar tiempo a su formación? Parece, si nos atenemos a este hecho, que la clase política no es consciente de la necesidad de tener una excelente formación para gobernar un país (ya acertó Platón en su República al situar a los filósofos como gobernantes), una formación extensa en múltiples materias que permita tomar las decisiones acertadas.

Los profesionales que desarrollan su actividad en el mundo empresarial dedican parte de su tiempo a la formación, la mayoría de las veces de forma voluntaria sin que el “jefe” les haya dicho nada, mientras que por su parte las empresas, invierten buena parte su presupuesto en formación. Y es que todos somos conscientes que la formación continua y el reciclaje profesional asientan las bases necesarias para el éxito.

Entonces ¿Por qué los dirigentes de la empresa más importante de nuestro país, el Gobierno, no creen nunca necesario sentarse a escuchar lo que otros expertos tienen que enseñar? Seguramente la respuesta será que ya se rodean de consejeros que les indican el camino correcto. No van errados, ya que la capacidad de rodearse de colaboradores “sabios y expertos” ya fue señalada como una de las cualidades de todo buen gobernante por Nicolás Maquiavelo en su obra El Príncipe allá por 1513. Sin embargo, no es suficiente. El político siempre será el líder del equipo, el último responsable en la toma de decisiones, por lo que ha de estar preparado para afrontar situaciones muy variadas. No olvidemos, además, que el líder es aquella persona a la que toma como ejemplo el resto del equipo, de manera que si este se preocupa por su formación, lo harán sus compañeros y en el caso del político, el personaje público por excelencia, será la sociedad en general quien lo tome como modelo.

Ha llegado, pues, el momento en el que el político al asistir a una jornada, llegue un cuarto de hora antes, salude protocolariamente, dirija unas palabras a los asistentes, para, finalmente, sentarse y escuchar.



PUBLICADO EXPANSION 19/05/08