miércoles, 10 de octubre de 2012

EL TAMAÑO DEL ESTADO


Tras la Gran Depresión en Estados Unidos toda una generación renunció al crédito para el desarrollo de sus proyectos vitales y, no fue hasta la incorporación de la siguiente al mercado de consumo y el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando se dejó atrás este ciclo de balance cero en las cuentas. Algo parecido pasó, años más tarde, durante la “década perdida” en Japón, cuando hasta 2006 no se experimentó un crecimiento en el precio de la vivienda.

Aquí, desde el comienzo de la crisis, las familias y las empresas han interiorizado la necesidad de hacer ajustes y éstos han sido meritorios. Además de ajustar todos nuestros gastos, las empresas han tenido que iniciar procesos de reestructuración —expresión eufónica que se emplea cuando, a pie de calle, todos hablan de reducir plantillas, de despedir a personas—. No se puede decir lo mismo del sector público que mantiene niveles de gasto inaceptables.

Esto pasa en un país en el que más del 98 por ciento de las empresas tienen menos de 20 trabajadores y, muchas veces, la relación entre el trabajador y los propietarios es directa. Cuando se pasa más tiempo en su compañía que en casa, ningún despido es baladí.

Y, sin embargo, veo, como empresario y ciudadano, que la Administración es la única que sigue incrementando su deuda. Datos recientes indican que ésta ya alcanza los 804.388 millones, el 75,9% del PIB. Que en la situación actual se alcance el nivel más alto de la historia es trágico. Lo más grave es que las previsiones indican que podría llegar al 90,5% del PIB en 2013. Así, es comprensible que Mit Romney pusiera como ejemplo a no seguir el 42% del PIB que en España ocupa el sector público.

Ahora, viendo los Presupuestos Generales para 2013 sigo teniendo la percepción de que el Estado no se atreve a reducir su tamaño. Pero ¿porqué las empresas sí y el Estado no? Se trata, sin duda, de una situación injusta para las familias, los trabajadores y las empresas que la actual situación de ajustes que experimentan unos y otros la hace aún más grave.

Y, aunque, muchas voces emergen ahora para recordarnos que el momento de hacer las reformas del calado que ahora requerimos, habría sido durante los periodos de prosperidad que hemos dejado atrás, acumulamos un retraso enfermizo.

Por ello, me sumo a la necesidad de celeridad, agilidad y eficacia para llevar a cabo las reformas del Estado que se precisen con vistas a adelgazarlo. No hacerlo es injusto con aquellos que sufren para pagar impuestos y se aprietan el cinturón mientras otros no lo hacen en la misma manera.



Cristian Rovira

Publicado en Expansión 10/10/12 , sección Catalunya

viernes, 15 de junio de 2012


Cortinas de humo

Pienso en cortinas de humo cada vez que oigo como alguno se empeña en atribuir las razones de la crisis que estamos viviendo a las subprime, al sistema financiero, a las agencias de calificación, a las burbujas inmobiliarias, al BCE o al viejo dracma griego. Pues, cuando descubro este tipo de discursos, tengo la impresión de que tratan de convertir en entes abstractos algo que, ya desde hace tiempo y cada vez más, es patente en todas las calles de nuestras ciudades. Éstos mismos apuntan, off the record, que cuando se solucione lo de Grecia y cuando fluya el crédito todo esto pasará.
Y, sin embargo, algunas veces también tengo la extraña sensación de que la existencia de estas cortinas de humo es algo claro para uno mismo, pero que no se metaboliza igual a nivel social o colectivo cuando se  sigue culpando a las burbujas, a las agencias de calificación y a las elecciones griegas.
Con esta idea me quedo y acabo pensando que no queremos ver la realidad, pues aceptar o asumir como algo irremediable la atrofia de la Administración o la falta de eficiencia o la tolerancia con el fraude nos conduce a la crisis. No atacar las causas reales y profundas de la crisis —muchas de las cuales nacen en nosotros  mismos— no nos permitirá salir de la crisis y, así, seguiremos avanzando entre las cortinas de humo. El maquillaje es solo eso: maquillaje.
De la crisis estamos aprendido aquello que una sociedad debe considerar intolerable: cobrar el desempleo y no buscar empleo hasta que éste se acerca a su finalización —algo que era socialmente aceptado e incluso, en ocasiones, alabado—; o señalar a aquel que cobra un subsidio sin esfuerzo por buscar empleo y lo combina con un trabajo en la economía sumergida.
Tenemos que revolvernos ante los vicios que se enquistan en nuestro entorno, ante la picaresca, ante la corrupción de baja intensidad que favorece a unos y perjudica, en definitiva, a todos. Igualmente, también debemos señalar las triquiñuelas administrativas que maquillan esta corrupción de baja intensidad de un aura cuasi legal, pero que lastra nuestra competitividad.
La transformación y cambio saldrá de cada uno de nosotros, de nuestro trabajo diario, de nuestro esfuerzo por trabajar más y más duro, es cierto, y sin embargo, mientras el debate siga siendo, eufemístico y por lo tanto epidérmico, seguiremos en el hoyo. En estos momentos recuerdo a un profesor que tenía en el colegio que, cuando sorprendía a alguno de sus alumnos copiando, solía decirnos: “ya te suspenderá la vida” y al final, cierto es, vemos como es la  propia vida la que nos suspende por tolerar y asumir lacres que contribuyen a que sea más difícil levantar la cabeza de la situación en la que estamos.

Publicado en Expansión 15/06/12

miércoles, 9 de mayo de 2012

EMPRENDEDOR Y SOCIAL


Los datos que rebeló el pasado mes de marzo el Eurostat sobre desempleo situaron la tasa de paro en España en el 23,3%, siendo el país de la zona euro cuya tasa es más elevada y muy por encima de la media de la Unión Europea que es del 10,2%. Por si eso fuera poco España aporta 7 de cada 10 nuevos parados en la UE y  tiene un paro del 50,5% entre los jóvenes.
En este lacerante contexto la figura del emprendedor cobra un gran protagonismo, dado que no hay mejor manera de ayudar a nuestra sociedad que creando puestos de trabajo. Es en la actual adversidad, pues, cuando tiene una mayor importancia y sobresale el beneficio social que siempre ha aportado la función de generación de empleo del emprendedor.
En esta línea desde hace un tiempo se observa como ha aparecido en el imaginario del management  la figura del “emprendedor social”.  Este concepto es bueno para entender y definir una manera de emprender non profit, pero presenta una distinción entre emprendedores sociales y no sociales.
Contra esta distinción, cabe recordar que no hay nada más social que un emprendedor que crea riqueza y genera puestos de trabajo, independientemente de la actividad que realice.  Un emprendedor es social por si mismo e inherentemente contribuye con su papel a la sociedad. Todos. No hay emprendedores de primera y de segunda.
Es positivo que producto del contexto actual se haya ensalzado la figura del emprendedor. Lo que antaño no tenía ese halo de proeza de lanzarse, emprender y llevar a cabo una iniciativa propia, hoy en día es muy apreciado en nuestra sociedad. Destaca al emprendedor y existe una consideración hacia él.
Emprender es comenzar algo que generalmente entraña algún tipo de dificultad. No obstante, el éxito de la emprendeduría no acaba en ese comienzo sino en continuar con ese proyecto. Emprender, por lo tanto, conlleva una visión a largo plazo y sostenible. En ese sentido una premisa básica de la responsabilidad social empresarial es que las metas empresariales se alinean con el desarrollo de la sociedad que a su vez no podría entenderse sin esa visión a largo plazo del emprendedor que no deja de ser social.
Por todo ello,  este ensalzamiento de la figura del emprendedor no puede desligarse de la  misma, su función social y de ayuda a combatir el principal problema de nuestro país: el desempleo. La eficacia del emprendedor es un concepto que va unido a la mejora social. Luego, asumir ser emprendedor es asumir también ser social.

Cristian Rovira
Consejero Delegado Grupo SIFU

Publicado en Expansion 3 de mayo del 2012

miércoles, 29 de febrero de 2012

PRESIDENTES DE PROFESIÓN

Por todos es sabido que, en Estados Unidos, por muy bien que lo haga un Presidente, nunca podrá optar a dos mandatos consecutivos. Esta medida hace que, con cada contienda electoral tenga la impresión de que esta renovación empuja el relevo generacional y estimula el potencial de cada línea ideológica para adaptarse a la realidad contextual.

Por el contrario, en el otro extremo de la comparación me sorprende sobremanera la perpetuidad con la que presidentes de asociaciones empresariales, deportivas, culturales y laborales siguen posponiendo su retirada de las cúpulas directivas tras décadas en el cargo. Así, nos encontramos presidentes de instituciones culturales que colgaron la batuta hace décadas y reconocen más la solfa de la industria que de la partitura; líderes de asociaciones empresariales sin empresa, o representantes de los trabajadores convertidos en profesionales de la representatividad.

Me llaman aún más la atención sus discursos de investidura en los que, mandato tras mandato, renovación tras renovación, siempre asumen el reto del cambio, de la adecuación de la entidad correspondiente a los nuevos tiempos y de la ilusión renovada. A mi entender, el tiempo que pasan al frente de la entidad es indirectamente proporcional a la entrada de aire fresco y al conocimiento personal de la realidad de los representados. Pasados los años, también se perpetúa un sentimiento de “soy imprescindible” y de “esta es mi casa”.

Corremos aún con otro riesgo más, uno al que podríamos llamar “el síndrome de la residencia presidencial”. De numerosos politólogos he escuchado la teoría que cuenta que, cuando una persona asume un cargo político que conlleva trasladar su vivienda a una residencia oficial —sea Downing Street, la Casa Blanca, el Elíseo o La Moncloa—, se inicia un proceso de desconexión de la realidad cuotidiana del pueblo. Es entonces cuando el político electo se distancia del coste de un billete de metro, de un café o del menú diario. Creo que esto se puede aplicar también en el caso de presidentes que se perpetúan al frente de las asociaciones a las que hacíamos referencia más arriba.

Un buen representante debe mantenerse en contacto directo con las necesidades, preocupaciones y rutinas diarias de aquellos a los que representa, pues el objetivo de su mandato es hallar, proponer e impulsar soluciones y mejoras para éstas.

Así pues, con la perpetuación de algunos representantes, corremos el riesgo de que pasado el tiempo y con “el síndrome de la residencia presidencial” en avanzado estado, un presidente podría acabar defendiendo medidas que poco tienen a ver con la realidad que se da en el “puertas a fuera” diario de la presidencia y de la maquinaria de la entidad.

Por suerte algunas ya limitan los mandatos a 8 años, tiempo más que suficiente para desarrollar cualquier proyecto en cualquier ámbito de la sociedad. Creo que éste es un síntoma de madurez de una sociedad civil.


Publicado en Expansión - 29/02/12

lunes, 20 de febrero de 2012

MEZCLEMOS EL RIGOR Y EL ESFUERO CON UNAS GOTAS DE ILUSION

El 15 de diciembre de 1969 las principales ciudades como Nueva York, Toronto, Roma, Atenas, Berlín, Paris, Londres o Tokio amanecieron con enormes carteles publicitarios: "War is over! (If you want it)". Era una campaña publicitaria impulsada por el ya entonces exbeatle, John Lenon, que buscaba transmitir ilusión apelando al tema que globalmente mayores preocupaciones acaparaba: la guerra. Hoy, con las herramientas de marketing mucho más desarrolladas y con cierta inmunización hacia la publicidad viral, se nos antoja naif llenar las ciudades de carteles anunciando "Crisis is over! (If you want it)", aunque más de uno pensará que se trata de la campaña de unos grandes almacenes.
Pero, aún con la posibilidad de que más de uno me llame inocente, dejad que apele a la necesidad de sumar un poco de ilusión a todos los proyectos que llevemos a cabo. Sugiero, por ejemplo, que a las conocidas I+D+i sumemos otra “i”, la ilusión; y que desarrollemos cada uno de los contactos que podemos establecer con el entusiasmo del emprendedor.
Igualmente, ahora también es el momento de lanzarnos con ilusión a procesos de internacionalización o de aplicación de cambios en la organización que nos permitan ser más productivos o más creativos. El talento requiere de capacidad y voluntad de trabajo pero también de grandes dosis de ilusión y optimismo; estos valores, a su vez, implican aspectos positivos como perseverancia, tenacidad, constancia. Todos ellos son atributos fundamentales a añadir a cualquier buen proyecto.
La apatía, el desestimiento, la pérdida de fuerza de voluntad o de creencia en la fuerza del conjunto de la nación son el primer paso hacia el fracaso. Grandes gestas colectivas como la conquista del Oeste americano o la construcción, desde la nada, del estado de Israel hubieran sido imposibles sin ilusión colectiva. Grandes empresas como GE o Ford no hubieran llegado a referencias mundiales sin ilusión y los atributos que lleva implícitos esa ilusión.
Así que hoy con las noticias de las páginas precedentes y posteriores a este artículo las funestas predicciones de nuestros particulares Nostradamus de la crisis (FMI, BCE, FUNCAS o las agencias de rating), propongo que cada uno considere para sí cuánta ilusión puede poner para hacer frente a otro día a día en el que se subrayen titulares sobre nuevas patentes, nuevos productos, nuevas empresas que nacen, nuevas iniciativas de innovación en la gestión empresarial.
Introducir esta visión positiva ante la realidad actual que nos llega amplificada de todos lados es importante igual como aplicarse este enfoque en uno mismo. Invito a todos a celebrar los pequeños éxitos de cada día, una venta, un nuevo cliente, una crítica positiva, una invitación a realizar una presentación, una propuesta de asociarse con alguien. El optimismo tiene que ser un virus positivo, contagioso, hemos de creer en nosotros y así empezar el camino de la recuperación.
Casi siempre se ha criticado a los visionarios, a los iluminados, a los soñadores, pero desdichadamente vivimos tiempos en los que es imprescindible mezclar, con las dosis adecuadas, el rigor y el esfuerzo con la ilusión y unas gotas de espíritu visionario.


Publicado en El Economista - 20/02/12

viernes, 3 de febrero de 2012

El reto es que el autónomo se atreva a dar el salto y pase a ser microempresario"


Cristian Rovira

Consejero delegado de grupo SIFU y presidente de la Comisión de Emprendedores de la Cambra de Comerç de Barcelona


"El reto es que el autónomo se atreva a dar el salto y pase a ser microempresario"

Es licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universitat Internacional de Catalunya y ha seguido un Programa de Desarrollo Directivo en IESE. Ha sido presidente de la Asociación Independiente de Jóvenes Empresarios de Catalunya (2006-2010); y, junto con Albert Campabadal, hace 17 años, fundó Grupo Sifu, empresa líder en inserción laboral de personas con discapacidad.
¿Qué diferencia hay entre un emprendedor y un empresario?
Tenemos la imagen de que un emprendedor es un joven simpático con una gorra y una mochila que está empezando a hacer sus primeros negocios, mientras que el empresario tiene la etiqueta de ser el señor serio con traje y corbata que ya ha tenido éxito en el ámbito de la empresa. La diferencia es que el emprendedor socialmente está muy bien visto, mientras que el empresario está cargado de connotaciones negativas. Pero en el fondo un emprendedor y un empresario no dejan de ser lo mismo, lo que pasa es que uno está empezando y al otro le han ido bien las cosas. Ahora está muy de moda hablar de emprendedores y antes no era así. Para mi un emprendedor es aquella persona que elige seguir su propio camino en lugar de tomar la senda que ya está marcada.
¿Qué objetivos se ha marcado la Comisión de Emprendeduría de la Cámara de Comercio de Barcelona?
La Cámara de Comercio de Barcelona se ha propuesto aglutinar a todos los emprendedores y contribuir a que puedan llevar a cabo sus proyectos empresariales. Para nosotros la palabra clave es “facilitar”. Muchos emprendedores tienen una idea brillante o un modelo empresarial en la cabeza que es muy bueno, pero no tienen a su disposición las herramientas ni la orientación necesaria para ejecutarlo. Desde la Cámara de Comercio de Barcelona ponemos a disposición del emprendedor cursos de capacitación y formación. Estamos cerrando acuerdos con la Administración para facilitar todos los trámites burocráticos que dificultan o retrasan la creación de empresas.
Desde los gobiernos se habla de potenciar la emprendeduría y de facilitar la creación de empresas. Más allá de la voluntad política, ¿cree que en los próximos meses desde los gobiernos se van a tomar decisiones que favorezcan la actividad empresarial?
Deberá de ser así por obligación. Cada vez hay más gente que es emprendedora no por vocación sino por obligación. Estamos hablando de personas que a una edad determinada se ha quedado sin trabajo, pero que tienen una experiencia muy valiosa. Dado el deterioro del mercado laboral, su única opción es ponerse a trabajar por su cuenta. Aplaudo también que finalmente en las escuelas y en las universidades se vayan a empezar a impartir módulos y asignaturas en las que se explicará a los niños y jóvenes qué es ser un empresario y qué función social tiene. Todo esto ayudará a mejorar la imagen y a construir un futuro mejor.
¿Qué le diría a un joven emprendedor?
Le animaría a que hiciera realidad sus ideas, y a que se quite de la cabeza todo el pesimismo en el que estamos inmersos. Le diría que mire a su alrededor, y que se fije en las empresas punteras que hay en España, sobretodo en el ámbito de las nuevas tecnologías. Seguimos sin creérnoslo. Vende más la noticia negativa que la positiva. Formo parte del Consejo Social de la Universitat Politècnica de Catalunya. Desde este organismo he podido comprobar que en nuestro país hay proyectos empresariales impresionantes, que no tienen que envidiar en nada a los que se están desarrollando en universidades americanas o europeas.
¿Cree que parte del dinero de la reestructuración de la banca llegará a los emprendedores y a las pequeñas y medianas empresas?
Pienso que las reglas del juego han cambiado y nos hemos de acostumbrar a este nuevo entorno. El paradigma anterior no volverá jamás. Los bancos ya nunca más volverán a conceder créditos como antes. En los próximos años deberían tomar más protagonismo otras vías de financiación, como el capital semilla, que resultan clave para la creación de nuevos proyectos empresariales. Sería conveniente que los inversores que deciden apoyar a este tipo de empresas obtengan importantes desgravaciones. Animemos a la gente que tiene ahorros a que de apoyo a las empresas. Porque si no lo incentivamos, el dinero se quedará en productos financieros de muy poca rentabilidad.
¿En qué medida el fomento de la emprendeduría puede ayudar a combatir el paro?
Tenemos muchos autónomos pendientes de dar un salto, que es pasar de ser autónomo a ser microempresario. Soy partidario de dar facilidades para que el autónomo contrate a su primer empleado, con exención de cuotas de seguridad social y desvinculación asequible. Una persona no debe tener miedo a contratar a otra persona, y si le sale mal, tiene que tener un coste bajo. Cuando hicimos el estatuto del autónomo nos olvidamos de formular el estatuto del microempresario. El quid de la cuestión no es que tengamos muchos autónomos, sino que muchos pasen a convertirse en microempresarios. Este es el paso en el que el gobierno debería apoyar.
Usted, en su momento fue un emprendedor y creó Grupo Sifu. ¿Cuál ha sido la trayectoria de la compañía desde su creación hasta la actualidad?
Sifu es la principal empresa en España de inserción laboral de personas con discapacidad. Nace hace 17 años, gracias al impulso de dos emprendedores: Albert Campabadal y yo mismo. Un hermano de Albert sufre una discapacidad psíquica, y queríamos ayudarle a que encontrara trabajo. Entendemos que un discapacitado no puede trabajar de todo, pero sí que puede trabajar de algo y hacerlo muy bien si se le da la formación adecuada. Contamos con asistentes sociales, trabajadores sociales, psicólogos así como una red de personas que capacitan a nuestros trabajadores para que puedan hacer bien lo que el empresario les pide. Además, tenemos un precio competitivo. El hecho de contar con personas discapacitadas hace que tengamos una serie de bonificaciones que podemos trasladar al precio final. Ayudamos a desarrollar la responsabilidad social de las empresas que nos subcontratan. Y les ayudamos a cumplir la ley. Las empresas de más de 50 empleados están obligadas a tener en su plantilla a un 2% de los trabajadores con discapacidad. Actualmente tenemos una plantilla estable de unas 2.500 personas, pero por nuestra empresa han pasado unas 4.000. Contamos con una red de oficias por toda España.
¿Con qué tipo de empresa trabajan?
Sifu quiere decir Servicio Integral de Fincas Urbanas. Inicialmente nuestros empleados solían trabajar como conserjes, y en ocasiones además limpiaban la escalera, el jardín y la piscina. Muchos de nuestros empleados trabajan en comunidades de propietarios. Pero en las fincas, muchas personas nos empezaron a solicitar empleados discapacitados para sus fábricas o empresas. Ahora nuestro cliente-tipo es una gran empresa de ámbito nacional que quiere que le prestemos servicios en todas sus delegaciones. Tenemos clientes como Opencor, Ikea, Mediamarkt, ECI, Endesa, Repsol, que quieren desarrollar su RSC con servicios de calidad.
¿En qué medida el deterioro del mercado laboral les ha afectado?
Nos ha afectado la crisis en que hemos perdido algún que otro cliente. Pero hay empresas que han querido volver a negociar tarifas. Eso significa bajar precios y reducir márgenes. Por suerte, eso no se ha trasladado en una disminución de facturación ya que hemos ganado algunos clientes. La crisis nos afecta en la medida que afecta a los planes de expansión de algunos de nuestros clientes.
¿Esperan algún gesto por parte del gobierno para favorecer la contratación de personal con discapacidad?
Nuestra reivindicación es que se cumpla la ley de inserción laboral de las personas discapacitadas. Más de la mitad de las empresas en España la incumplen, y eso que el porcentaje de contratación es bajo en comparación a Europa. En Francia o Escandinavia las empresas de más de 50 trabajadores están obligadas a tener un 5% de empleados con alguna discapacidad. En España la contratación está subiendo, pero si lo hace es más por convicción del empresario que por obligación. Nos preocupa que en la línea de los recortes sociales que están llevando a cabo los gobiernos se puedan discutir algunas de las ayudas que reciben los discapacitados.
Más información:http://www.gruposifu.com/

Abel Sierra



viernes, 20 de enero de 2012

LA BUENA PRESENCIA

Hace algunos años, en nuestros televisores se coló un señor que, en cada intermedio publicitario (como lo llamábamos en aquella época) nos interpelaba con una frase que a mí, como a tantos otros, me quedó gravada y recuerdo hasta la entonación y las pausas: “busque, compare, y si encuentra algo mejor, cómprelo”.
Hoy en día tengo la sensación de que esta frase, cuasi sentencia, se ha quedado en algo superficial y nos limitamos al “mire, remire y quédese con lo que mejor le entre por los ojos”. Y es con esta mentalidad con la que vamos a un hipotético mercado, con sus hipotéticas paradas, elegimos y compramos los productos con mejor aspecto, aquellos que nos entran por los ojos.
Así se ha extendido la disposición de los tomates, las manzanas o los aguacates de forma organizada y modélica dentro de las cajas, hasta construir puzles encajados y perfectos en los que cada fruta-pieza parece una réplica de su vecina en tamaño, color y brillo. Y pasa esto a pesar de que todo el mundo asevera que, por ejemplo, la fruta ecológica, además de tener más buen gusto contiene hasta cinco veces más de vitaminas y nutrientes. Pero, claro, no son tan bonitas, son más opacas e incluso tienen algún toque.
El día a día me demuestra que, lamentablemente, pasa lo mismo en el mercado laboral y que, si antes se valoraban las cualidades de los candidatos a ocupar un puesto de trabajo, hoy en día gana enteros aquel valor que cierra el texto de ofertas clásicas: “se requiere buena presencia”. Y es entonces cuando obtiene el puesto de trabajo el candidato con mejor aspecto, más agraciado, de apariencia más agradable, o como quieran ellos llamarlo.
Este tipo de perjuicios dejan en la estacada a las personas discapacitadas que, aún con un nivel profesional igual o superior que otros candidatos; aún con ayudas y exenciones en la seguridad social y en el impuestos de sociedades; o incluso con leyes que obligan a su contratación, saltan y son excluidas de la carrera para la ocupación de los puestos de trabajo.
Aquí entran en juego los centros especiales de empleo que, en las últimas décadas y con un trabajo de hormiguita, lento y persistente, han conseguido incrementar la contratación de estos colectivos, dignificar sus opciones en el mercado laboral y adecuar la gestión de los recursos humanos de las empresas a las necesidades de cada persona que convive en una empresa. Pero, además, se ha conseguido algo mucho más importante, se ha ajustado el perfil de servicios que presta un centro especial de empleo con las necesidades empresariales de eficiencia y gestión ejecutiva.
Y ahí están ahora los datos para contrarrestar cualquier guapísimo superfluo e innecesario: Recientemente hemos sabido que más de un 85% de las empresas que contratan a personas discapacitadas están satisfechos o muy satisfechos con su selección.
Al fin, saber que el sentido común y el examen de la eficiencia empresarial están ahí cuando los responsables de éstas examinan objetivamente los resultados que prestan las personas discapacitadas, debería ser un motivo de orgullo para todos. Todavía más, sabiendo que la contratación del colectivo se ha incrementado en 2011.


Publicado en Expansión 20/01/12