domingo, 27 de noviembre de 2011

CONTRATAR A UN DISCAPACITADO NO ES UNA CUESTION DE CARIDAD SINO DE PRODUCTIVIDAD


C.ROVIRA, CONSEJERO DELEGADO DE SIFU



"Contratar a un discapacitado no es una cuestión de caridad sino de productividad"



El desconocimiento y la desconfianza son los principales factores por los que los empresarios españoles no se deciden a contratar discapacitados.




BEATRIZ GARCÍA




Lo social y la competitividad, dos términos muy difíciles de relacionar a priori, pero que el Grupo SIFU ha conseguido fusionar en un objetivo claro y rentable: ser los mejores en la inserción laboral de personas discapacitadas.


Pasados 17 años desde su creación, SIFU se ha consolidado como la primera empresa española en inserción de personas con discapacidad (física, psíquica o mental). Actualmente, cuenta con una plantilla de más de 2.500 profesionales, de los que un 87% son discapacitados y su función es prestar servicios en sectores como la limpieza, la conserjería o la jardinería.


La Ley obliga a las empresas públicas y privadas, con una plantilla superior a 50 trabajadores, a contratar a un 2% de personas con discapacidad, algo que en España la mayoría de los negocios no cumplen. La desinformación es el motivo principal, porque decidirse a contratar a un discapacitado no es una cuestión de caridad sino de productividad.


Un empleado que puede desempeñar una tarea igual o mejor que un trabajador considerado "perfectamente capaz" y que, además, otorga a la empresa una serie de incentivos fiscales para reducir sus costes de personal, es una opción más que atractiva para el empresario. Cristian Rovira, consejero delegado del Grupo SIFU, ha querido profundizar en este asunto en una entrevista con Libre Mercado.


Pregunta (P): ¿Es compatible maximizar el beneficio y servir a la sociedad?


Respuesta (R): Por supuesto. Desde hace varios años el concepto de la responsabilidad social corporativa (RSC) está siendo utilizado por un gran número de empresas españolas como una forma de gestionar su negocio. Éstas, sin ser obligadas por la Ley, utilizan sus propios beneficios para contribuir a que la sociedad mejore, pero nosotros no hacemos eso, no somos socialmente responsables, somos socialmente competitivos, no tenemos que destinar dinero a obras sociales, nuestro concepto ya es social de por sí. A medida que la empresa crece, conseguimos que crezca nuestra responsabilidad social.


P: Entonces, ¿qué opinas de todos aquéllos que demonizan la figura del empresario?


R: Hay que hacer una distinción entre emprendedor y empresario. Con la crisis, la figura del emprendedor está más valorada que nunca, pero en el caso del empresario todavía hay que cambiar el chip.


La gente sigue pensando que los empresarios españoles tienen cuentas secretas en Suiza, cosa que el 99% de ellos ni tienen, ni conocen. Se cree que al empresario no le supone un problema tener que deshacerse del 10% de su plantilla mañana, y lo cierto es que la mayoría de las empresas son negocios pequeños, donde todo el mundo se conoce y donde despedir solamente a un empleado ya es un auténtico drama. Cuando hablamos de empresarios muchas personas se imaginan que son todos altos ejecutivos o cosas por el estilo, y eso no es la realidad empresarial española.


P: Hace 14 años, cuando tu tenías tan sólo 22 y todavía estabas estudiando ADE (Administración y Dirección de Empresas), decides entrar en SIFU. ¿Por qué?


R: Vi que tenía futuro encontrarle valor a las personas con discapacidad y SIFU era una oportunidad única. Teníamos que aprovechar sus capacidades, que son muchas, en una época en la que España estaba a la cola en cuanto a su inserción laboral.


P: En tan sólo cinco años conseguiste multiplicar por diez la empresa. ¿Cómo lo lograste?
R: Conseguimos que la plantilla creciese mucho. Eso lo hicimos porque, realmente, los discapacitados hacen una labor magnífica y de calidad, el único secreto es darle a cada persona el trabajo que mejor puede desempeñar. Haciendo esto, tenemos un producto muy fácil de vender porque si tu precio es competitivo, el producto que haces es bueno y encima contribuyes a una labor social es más fácil que te den una oportunidad. Cuando ya te han dado esa oportunidad, sólo tienes que demostrar que funcionas bien y si funcionas bien, siempre repiten.
P: ¿Cómo describirías a un trabajador discapacitado?
R: Son gente que valora más el trabajo que se le da porque sabe lo que cuesta conseguirlo. Tienen menos absentismo porque no quieren perder el privilegio que se les ha otorgado, están más satisfechos con el trabajo que realizan porque saben lo que es estar sin trabajar durante mucho tiempo, y todo esto hace que estén más motivados y que los resultados sean mejores.
P: Más del 80% de vuestra plantilla son discapacitados. ¿Cómo contribuyen ellos en la propia inserción de sus compañeros?
R: En todo. Tenemos puestos de asistentes sociales o de psicólogos que están cubiertos por personas con discapacidad. Esto facilita que el resto tenga una formación teórica y práctica, así como una orientación de primera mano hacia el tipo de labor que van a desarrollar.
P: ¿Por qué las empresas son reticentes a la hora de contratar discapacitados?
R: Es un problema de confianza y de desconocimiento. De hecho, casi un 90% de las empresas que contratan personas con discapacidad están satisfechas o muy satisfechas con su rendimiento, por un lado, porque son personas que funcionan y, por otro, porque al contratarlas tienen una serie de incentivos fiscales que hace que para el empresario ese trabajador sea muy competitivo.


P: ¿Cuáles son los beneficios fiscales para las empresas que contratan discapacitados?


R: Tienen una bonificación de la cuota de la Seguridad Social que, según el tipo de discapacidad, puede llegar al 90% (actualmente, el empresario paga el 30% de la cuota). Además, dependiendo de la adaptación al puesto de trabajo o de si se le hace un contrato indefinido hay otras bonificaciones dentro del Impuesto de Sociedades.


P: ¿Qué tipo de discapacitados tenéis en vuestra empresa?


R: Personas con discapacidad física, psíquica y mental. Entre psíquicos y mentales suman más de 600 personas y se encargan de realizar trabajos grupales como la limpieza o la jardinería. De los trabajos más autónomos se ocupan las personas que padecen algún tipo de discapacidad física.


P ¿En qué os diferenciáis de otras empresas del sector?


R: La principal diferencia es que nosotros unimos la responsabilidad social con la gestión empresarial. Muchas de estas empresas vienen de fundaciones o de asociaciones de padres con niños discapacitados que, a pesar de tener la mejor intención del mundo, no tienen la visión empresarial, de gestión y de clientes necesaria para conseguir expandirse.


P: ¿De qué forma contribuyen los discapacitados al crecimiento de las empresas?


R: Además de hacer bien su trabajo, ayudan a que el ambiente interno mejore. Cuando cualquier empleado tiene a una persona discapacitada trabajando a su lado y ve cómo se esfuerza para hacer su labor él mismo también aumenta su rendimiento. Esto produce un efecto motivador dentro de la organización que hace que mejore el clima laboral de la empresa.


P: ¿De qué tipo de ayuda os beneficiáis?


R: Tenemos una bonificación del 100% de la SS por cada trabajador que colocamos.





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PUBLICADO EDICION DIGITAL DE "LIBRE MERCADO" - 27/11/11





jueves, 17 de noviembre de 2011

SIN EMPLEO NO SE PUEDE TENER UNA VERDADERA INSERCIÓN SOCIAL


El consejero delegado de Grupo SIFU opina sobre los retos del próximo Gobierno en cuanto a empleo y discapacidad


Sin empleo no se puede tener una verdadera inserción social

17/11/2011 16:31:19


La inserción sociolaboral del colectivo de personas con discapacidad es uno de los puntos más contemplados en las políticas de Responsabilidad Social Empresarial (RSE). ‘Compromiso RSE’ ha hablado en exclusiva con Cristian Rovira, consejero delegado de Grupo SIFU, un conjunto de centros especiales de empleo con más de 17 años de experiencia, para conocer cuál cree que debe ser la postura del próximo Gobierno, resultante de las elecciones del 20N, en este ámbito.
Rovira destaca que durante los últimos años, incluso durante la crisis, ha aumentado la contratación de personas con discapacidad, tanto en empresas ordinarias como en centros especiales de empleo.


El Gobierno debe incidir en el cumplimiento de la LISMI. En su opinión, el nuevo Ejecutivo deberá consensuar "estos mecanismos de inserción que evolucionan incluso en épocas de crisis", e incidir en el cumplimiento de la Ley de integración social de minusválidos (LISMI), que obliga a las grandes empresas a contar con un 2% de personas con discapacidad en sus plantillas, "incumplimiento, que actualmente supera al 75% de las grandes corporaciones", afirma.

Para él, “la prioridad del nuevo Gobierno ha de ser el empleo y la economía, y dentro del empleo seguir favoreciendo políticas de empleo de colectivos con especiales dificultades, ya que sin empleo no se puede tener una verdadera inserción social”.


ARTICULO DE OPINION PUBLICADO EN LA VERSION DIGITAL DE "COMPROMISO RSE"


martes, 15 de noviembre de 2011

SIMPLE CONTRA COMPLEJO

En Norteamérica las leyes marcan cuales son los límites del gobierno. La iniciativa y el destino de tu vida queda en manos de cada individuo, la comunidad, la familia y la iniciativa social substituye en gran medida el rol que en Europa damos al gobierno. En Europa las leyes no marcan un límite al gobierno indican cuales son los derechos que tenemos los ciudadanos. El resultado de todo ello es un peso en legislación que se traduce en miles de páginas diarias entre BOE’s y otros diarios oficiales nacionales, autonómicos y provinciales.


La evolución natural de las cosas es hacia su complejidad. En nuestro país contamos con, aproximadamente, 22.000 leyes y sus correspondientes reglamentos y disposiciones adicionales así como libros blancos que nos regulan. Este marasmo legislativo no incluye las ordenanzas, que por docenas, promulgan cada año los 9.000 consistorios españoles. A nivel laboral contamos con 41 modalidades de contratos diferentes. Todo es tan complejo que las empresas pierden una parte de su capacidad productiva, recursos y talento interpretando leyes y pagando a gestores, consultores y asesores. También los directivos de las empresas y los emprendedores derrochan tiempo reunidos con asesores que les distraen de su tarea principal que no es otra que desarrollar su negocio.


Tender a la simplificación será difícil, abrir el camino a conseguirlo y tener voluntad de hacerlo ya sería un inicio. Esto pasa en la administración, pero también en la empresa privada, la sencillez no está tan bien vista en los ámbitos laborales, ni en la sociedad en general. Cuanto más complicado es algo, más esfuerzo parece que hemos puesto cuando normalmente es al contrario.

Tendemos a añadir fases a las cosas en lugar de eliminar pasos y conceptos. Definitivamente el barroquismo se ha apoderado de la arquitectura social, legal, empresarial y administrativa. En nuestro país darse de baja de un servicio tan básico como la telefonía requiere casi de una sentencia del Tribunal Supremo, dar de alta a un hijo en el registro civil, la Seguridad Social, el Ayuntamiento, la Área Básica de Salud y no se sabe cuántos sitios más requiere pedir días de vacaciones. Abrir una empresa, o cerrarla, o trasladarla, o fusionarla incluso requiere legalmente, en algunos casos, anunciarlo en la prensa escrita, previo pago.


¿Qué hacer? Se debe dejar de evaluar a los diputados por su productividad legislativa. A más leyes no significa que sean más trabajadores. Creo que hay que analizar cuantas leyes se podrían derogar y así de paso ahorrarnos decenas de miles de inspectores de normativas inútiles como el número de mesas que puede haber por metro cuadrado en una terraza de bar. Sugiero que no se permita aprobar ninguna ley, sin antes haber derogado dos y que se cree un trámite administrativo simplificado (en este caso sí) que permita derogar una ley de un plumazo.




PUBLICADO EN EXPANSION 15/11/11