miércoles, 9 de mayo de 2012

EMPRENDEDOR Y SOCIAL


Los datos que rebeló el pasado mes de marzo el Eurostat sobre desempleo situaron la tasa de paro en España en el 23,3%, siendo el país de la zona euro cuya tasa es más elevada y muy por encima de la media de la Unión Europea que es del 10,2%. Por si eso fuera poco España aporta 7 de cada 10 nuevos parados en la UE y  tiene un paro del 50,5% entre los jóvenes.
En este lacerante contexto la figura del emprendedor cobra un gran protagonismo, dado que no hay mejor manera de ayudar a nuestra sociedad que creando puestos de trabajo. Es en la actual adversidad, pues, cuando tiene una mayor importancia y sobresale el beneficio social que siempre ha aportado la función de generación de empleo del emprendedor.
En esta línea desde hace un tiempo se observa como ha aparecido en el imaginario del management  la figura del “emprendedor social”.  Este concepto es bueno para entender y definir una manera de emprender non profit, pero presenta una distinción entre emprendedores sociales y no sociales.
Contra esta distinción, cabe recordar que no hay nada más social que un emprendedor que crea riqueza y genera puestos de trabajo, independientemente de la actividad que realice.  Un emprendedor es social por si mismo e inherentemente contribuye con su papel a la sociedad. Todos. No hay emprendedores de primera y de segunda.
Es positivo que producto del contexto actual se haya ensalzado la figura del emprendedor. Lo que antaño no tenía ese halo de proeza de lanzarse, emprender y llevar a cabo una iniciativa propia, hoy en día es muy apreciado en nuestra sociedad. Destaca al emprendedor y existe una consideración hacia él.
Emprender es comenzar algo que generalmente entraña algún tipo de dificultad. No obstante, el éxito de la emprendeduría no acaba en ese comienzo sino en continuar con ese proyecto. Emprender, por lo tanto, conlleva una visión a largo plazo y sostenible. En ese sentido una premisa básica de la responsabilidad social empresarial es que las metas empresariales se alinean con el desarrollo de la sociedad que a su vez no podría entenderse sin esa visión a largo plazo del emprendedor que no deja de ser social.
Por todo ello,  este ensalzamiento de la figura del emprendedor no puede desligarse de la  misma, su función social y de ayuda a combatir el principal problema de nuestro país: el desempleo. La eficacia del emprendedor es un concepto que va unido a la mejora social. Luego, asumir ser emprendedor es asumir también ser social.

Cristian Rovira
Consejero Delegado Grupo SIFU

Publicado en Expansion 3 de mayo del 2012